Isnotú - Noticias

martes, 16 de febrero de 2010

Quizás la condición de santo popular le escamotea un poco su santificación; porque lo han puesto a compartir altares con el negro Felipe, el ánima de Taguapire, María Lionza, hasta con Simón Bolívar y eso no es bien visto por el Vaticano; el hecho de que no murió de manera natural sino accidental; son parte de las especulaciones que siempre se han tejido en torno a lo tardío que pareciera ser el proceso de canonización de nuestro venerable José Gregorio Hernández.
¡Ni lo uno ni lo otro! de acuerdo a lo que refiere monseñor Jorge Villasmil Torres, vicepostulador de la Causa de Beatificación y Canonización del Venerable, y quien -en víspera del 121° aniversario del nacimiento de nuestro “Siervo de Dios” este miércoles 26 de octubre- aclara que las objeciones sobre cualquier fase de su vida ya fueron exitosamente superadas. De no haber sido así, no hubiese sido declarado digno de veneración por parte de la Iglesia universal.
Y aunque el alegato es que hay procesos que se dan más rápidos, otros más lentos, que son designios de Dios; más de un ferviente devoto de José Gregorio Hernández se pregunta por qué a pesar de los miles de favores concedidos, a la fama alcanzada, al virtuosismo de su vida, al cambio de imagen que se la hecho y al proceso de beatificación y canonización que cursa en la Congregación de la Causa de los Santos, en la Santa Sede, todavía el Venerable, no termina de ser declarado Santo.
De acuerdo a los registros, el proceso se inició en 1949 y se introdujo oficialmente en Roma en 1972. Pero fue el 16 de enero de 1986 -siendo vicepostulador, monseñor Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Valencia- cuando se logró el Decreto sobre la vivencia de las virtudes en grado heroico y el Papa Juan Pablo II lo declara Venerable de la Iglesia Universal. Ahora, las esperanzas se han reabiertos luego que Urosa Savino fuese recientemente nombrado Arzobispo de Caracas. Quizá su ministerio arzobispal sea un gran empuje para la Causa, expresa el prelado.
No obstante, el hecho que sea Venerable, significa que pasó exitosamente la parte más difícil. Porque se aprobó y fue aceptada por la Iglesia su vida de santidad, la vivencia de las virtudes en grado heroico.
Falta la segunda parte: lograr conseguir dos milagros, uno, para la beatificación y otro para la canonización. Y en eso está el Vicepostulador.
Para no desanimarnos, comentó que así como ha ocurrido con José Gregorio Hernández, también sucedió con el indio Juan Diego, al cual se le apareció la Virgen de Guadalupe. Llegó a los altares luego de 400 años. “Para mí es un santo, hablo como Jorge Villasmil Torres, paisano del Venerable y Vicepostulador, pero soy el primero que tengo que someterme a la normativa canónica”.
¿Pero, de tantos milagros que siempre se difunden por la TV, ninguno ha valido?
-Si uno presta la debida atención no cumplen los requisitos para declararlos como tales. Son favores, gracias recibidas de Dios por su intercesión. Hay algo que no tiene ningún valor probatorio. Se trata de imágenes en radiografías. No es que la Iglesia sea intransigente y que quiere acabar con la fe del pueblo. Especialistas en esta materia afirman que las radiografías son muy propicias para que la gente adivine figuras humanas. Por otra parte, no se está buscando si el Doctor Hernández se aparece.
Una vez nos decía el postulador fray Romualdo Rodrigo, quien está en El Vaticano, que seguramente el Señor Dios habrá realizado milagros por la oración celeste del Venerable, pero, o no han sido presentados, o su presentación no ha tenido los recaudos necesarios.
-¿Será que habrá que tener “una palanca”?
-Un proceso ordinario de beatificación no se apoya en intervenciones de notables, laicos o eclesiásticos; no consiste en una aclamación popular que deba concluir automáticamente en el Decreto del Papa para complacer a un grupo o a un país. A propósito, ha sido una iniciativa muy plausible la del Consejo Nacional de Universidades con la celebración de actos para hacer conocer su vida y luego la publicación de un libro. Interpretan así la convicción de la gran mayoría de los venezolanos sobre la vida ejemplar y santa de este hijo de la Iglesia, que fue esclarecido miembro de su gremio. Es una gran “palanca” para el proceso. Es que si lo queremos Beato y luego Santo no es sólo para venerarlo, sino para imitar su vida.
¿Y la parte financiera tiene algún peso en cuanto a los trámites a que haya lugar?
-El dinero es un mal señor, pero es el mejor servidor. Aparte del recurso humano, hace falta el recurso financiero, para la Oficina de la Causa para hacer las diligencias por cualquier caso que se presente.
Es que los favores o “supuestos milagros” deben ser examinados con declaración de testigos, la búsqueda de exámenes documentales, sentencias de teólogos, técnicos y médicos, en Caracas y en Roma, con la finalidad de lograr la sesión de los Señores Cardenales y el Decreto del Sumo Pontífice para ser declarado Beato en un primer tiempo y luego Santo. También se debe hacer conocer la figura del Venerable a través de trípticos, estampas, folletos, promover la oración por su pronta Beatificación. Y lo más oneroso es el seguimiento y el estudio de los “supuestos milagros”, ya sea en Caracas, en otras ciudades y poblaciones del país, y en diversas naciones como Ecuador, Estados Unidos, Colombia e Islas Canarias de España, que es de donde por ahora provienen los casos que nos han llegado. Todo esto acarrea cuantiosos gastos que se cubren con las colaboraciones de los fieles.
¿Podríamos conocer algunos casos de esos “supuestos milagros”?
-Cabría preguntar: ¿Se supo por algún medio del caso que llevó a la beatificación a Monseñor Escribá? Y aquí entre nosotros, cuando se hacía el proceso para la beatificación de la Madre María de San José, ¿se pudo conocer el caso? No. Solamente se dio a conocer luego de ser aprobado, pero sin mayores detalles.
Los médicos involucrados ameritan la mayor discrecionalidad. Por ejemplo, yo, que soy eclesiástico, no tengo conocimiento de quiénes fueron los médicos que atestiguaron con documentos fehacientes para esa acción milagrosa que llevó a la beatificación a la Madre María de San José.
Por lo pronto, se lucha por conseguir esa acción prodigiosa de Dios, atribuida a la intercesión del Venerable. Que sea declarado por profesionales como inexplicable; y por la Iglesia, como milagro.
¿Pero, qué condiciones exige el Vaticano para decretar un milagro?
-Debe ser un hecho que supere las fuerzas de la naturaleza, lo cual supone la intervención especial de Dios. Pero esa acción milagrosa se logra por la intercesión del Venerable, al cual el devoto invoca con fe. El milagro debe ser comprobado por galenos y peritos, quienes dictaminen que hubo una curación, sin intervención quirúrgica ni tratamiento médico. Hay que desechar, cualquier curación realizada a través de esos “brujos” o “espiritistas”, invocados para que vengan a sanar.
Aprovecho también para llamar la atención, muy seria y fuerte, a los que creen que teniendo la imagen o el recuerdo de José Gregorio dentro de los altares de santeros o inventan milagros que luego no se pueden demostrar.
Debemos recordar que para que cualquier persona difunta sea considerada como santo necesita que la Santa Sede inicie sus estudios y vaya probando todo el material que se ponga a la consideración de la Causa de los Santos.
Por tanto no es cuestión de jugar o fabricar datos para medio mantener y luego dejar caer de las manos hasta que se haga añicos. Por eso invito a todos, con respeto, a presentar al Señor Arzobispo las pruebas de los posibles milagros y así encausar los caminos para la santificación del venerable.
Mientras tanto, ¿qué podemos hacer? ¿De qué manera puede contribuir cada quien para que se cristalice el fervor del pueblo venezolano?
- Orar y promover la oración con fervor. La Iglesia es lenta, cuidadosa, y actúa con cautela antes de dar un paso decisivo en este terreno.
Pero es innegable que pueden ya apreciarse avances muy significativos en tan delicado proceso ceñido a la más severas y estrictas normas del derecho canónico.
Santuario del Venerable en Isnotú
Siempre por la fecha de aniversario tanto del nacimiento como de la muerte de José Gregorio Hernández, son diversas las peregrinaciones que se desarrollan con destino al Santuario que en su tierra natal se ha levantado en su honor. Está ubicado en Isnotú.
Es una comarca ampliamente frecuentada, por ser el lugar de nacimiento del Dr. José Gregorio Hernández, a quien se le atribuyen milagrosas curaciones. En la casa donde nació se exhiben algunos objetos domésticos de la época y otras pertenencias del Siervo de Dios. En su pueblo natal, Isnotú se construyó un Santuario en el sitio que ocupó su casa, allí hay una capilla, una estatua a cuerpo entero en mármol blanco y un museo donde se exhiben algunas de sus pertenencias, así como también una pequeña pinacoteca, obra del pintor Ivan Belkis, que representa óleos con algunas escenas de su vida. Después de su muerte (1.919), se le han atribuido innumerables curaciones y milagros, reconocido en la iglesia como "El Siervo de Dios" Es venerado como el doctor de los milagros. ¡Allí sentirás una paz espiritual indescriptible! De igual manera, se encuentra el monumento erigido en su memoria, las paredes de dicho recinto están completamente cubiertas de ofrendas de todos los devotos en agradecimiento por los favores recibidos.
Por las numerosas peregrinaciones que acuden al lugar éste se ha convertido en Santuario Nacional de Fe y Oración.
¿Por qué Santo?
Más que sus méritos de sabio, científico y médico, José Gregorio Hernández se distinguió por ser un hombre de estudio que hizo de su vida un laboratorio donde no ocultó de forma egoísta lo que aprendía, pues el poder compartirlos lo llevaron a entender con claridad cristiana que existían seres que sufrían y necesitaban la mano amiga. Por eso lo vemos dentro del pueblo sanando sus heridas y curando sus dolores.
Nació en Isnotú (estado Trujillo) el 26 de octubre de 1864. Tras estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela, en 1888 regresa para su región para ejercer consecutivamente en los estados Trujillo, Mérida y Táchira. Cumplida su deuda de servicio con la tierra nativa se va de nuevo a Caracas donde comienza su actuación fecunda como científico, filósofo y filántropo.
Seguidamente, por recomendación de uno de sus profesores, el Dr. Calixto González, es enviado a Europa por el Presidente de la República, Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, para continuar estudios de postgrado en París. A su regreso, se dedicó al ejercicio profesional y a la docencia universitaria. Fundó las cátedras de Histología, Fisiología Experimental y Bacteriología en la UCV. Al mismo tiempo se ocupa de sus pacientes que aumentan de día en día, a medida que crece su fama de gran médico y hombre de honda sensibilidad ante las precarias condiciones económicas de la inmensa mayoría de los habitantes de Caracas y su alrededores.
Así fue forjando su fe inquebrantable, su castidad perfecta, su humildad y sencillez profunda, su excelencia profesional, su tierna devoción a la Virgen y su gran amor a Dios y al prójimo. Su afán de perfección lo llevó a la Cartuja de Lucca en Italia. Su salud no resistió. Intentó por el Clero secular e ingresó al Colegio Piolatino Americano de Roma. Tuvo igual suerte. Nuevamente en Caracas, entró al Seminario Santa Rosa de Lima.
Al percatarse un grupo nutrido de profesores y alumnos de la UCV lo sacaron en hombros y se lo llevaron de nuevo a la docencia. Cuenta la historia, que monseñor Castro, su director espiritual, le señaló que el Señor lo destinaba a servirlo como seglar, en medio de los afanes temporales y, lo que es muy interesante, en el ambiente médico y universitario.
Todo lo realizó como un católico ejemplar; ejerciendo su profesión, pero siempre se resaltó por su ardiente caridad, especialmente con los más necesitados. Sin embargo, descubrió la llamada de Dios en la respuesta seglar más que a la vida religiosa.
El 29 de junio de 1919, mientras llevaba los medicamentos que había adquirido de su peculio para socorrer a una señora atribulada, un automóvil puso fin a su vida. El pueblo fiel, al saber de su muerte, exclamó: “¡Ha muerto un santo!”.
De allí, que su nombre surge para el proceso canónico de la beatificación y canonización, porque ya durante su vida tuvo fama de santidad. Por cierto, seguidamente a su muerte, a su tumba en el Cementerio General del Sur acudían multitud de fieles para invocar su intercesión ante Dios, suplicándole una gracia... Por eso, la Arquiodiócesis de Caracas lo consideró como candidato al honor de los altares.
“En verdad fue un apóstol y un mártir de la caridad. El había ofrecido su vida por la paz del mundo. Yo confío en que se dará pronto su canonización.
No intento hablar del futuro porque el futuro hay que dejarlo en las manos de Dios”, expresa el monseñor Jorge Villasmil, quien funge como vicepostulador de la Causa de Beatificación y Canonización, es decir, representante de la Iglesia Venezolana -especie de abogado- ante El Vaticano, encargado de las diligencias eclesiásticas a realizarse para comprobar los “supuestos milagros” que constantemente le llegan en su oficina. Mientras se espera por el tan ansiado anuncio de la santificación de José Gregorio Hernández, y lo cual lo convertiría en el primer seglar venezolano, miles de fieles tanto del país como de Latinoamérica que creen recibir los beneficios de su prodigioso apostolado, se han adelantado unánimemente a considerarlo como el santo de su devoción.
Por cierto, a propósito del próximo aniversario de su nacimiento, se están llevando a cabo una serie de actividades para conmemorar tal fecha, a nivel de cada región del país; este miércoles 26 de octubre en Caracas habrá una solemne Eucaristía en la Iglesia de La Candelaria, a las 5 de la tarde.
Postulados como científico y filósofo...
Además, de ser considerado un científico de altísima calificación, José Gregorio Hernández también es apreciado como un filósofo cuyas convicciones descansan en una sólida formación cristiana.
Expresión y síntesis de esta singular y maravillosa dicotomía son sus dos libros: “Elementos de Bacteriología” y “Elementos de Fisiología”.
Como científico actuó siempre ceñido a la más precisa metodología experimental, y como filósofo se orientó dentro de los principios de la fe católica sustentados por Agustín de Hipona, Bernardor de Claravel, Tomás de Aquino y tantos otros padres de la Iglesia.
En su condición de católico militante, José Gregorio Hernández, practica dos postulados esenciales: la caridad y la tolerancia, con un sentido cabal que no humilla ni lesiona la dignidad humana, ni hiere a quienes discrepan de sus creencias religiosas.
Ello explica el general sentimiento de elevada estimación que inspiró.
De ese unánime aprecio es testigo incontrastable lo dicho por uno de sus colegas y adversarios, el sabio Luis Razetti, quien para la fecha de la muerte del Venerable sostuvo en un discurso: “Creía que la medicina era un sacerdocio, el sacerdocio del dolor humano y siempre tuvo una sonrisa desdeñosa para la envidia y una caritativa tolerancia para el error ajeno.
Fundó su reputación sobre el inconmovible pedestal de su ciencia, de su pericia, de su honradez y de su infinita abnegación. Por eso su prestigio social no tuvo límites”.
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